APASCIDE

Una puerta abierta al mundo

El Centro Santa Ángela de la Cruz ofrece a personas con sordoceguera una atención especializada

El sueño de los integrantes de la asociación de padres de sordociegos (APASCIDE) fue siempre la creación de un centro para sus hijos. «Para mayores de dieciocho años no había absolutamente nada», explica Dolores Romero, presidenta de la asociación. «Una persona sordociega total sola sin ayuda no puede vivir. Está totalmente expuesta a lo que pueda suceder y tú no puedes pedirle al resto de la sociedad que sepa comunicarse con ellos».

En septiembre de 2010 consiguieron lo que habían perseguido. El Centro Santa Ángela de la Cruz, el único para sordociegos en España, empezaba a funcionar en Salteras, después de que el arzobispado les cediera los terrenos en 2002, y las Juntas se comprometieran al copago de las plazas.

El centro ofrece a los jóvenes y adultos que acuden a sus instalaciones un entorno donde sepan desenvolverse y donde pueden acceder a cierta independencia. Dieciocho personas de entre 18 y 55 años son usuarios de la Residencia y quince de la Unidad de Estancia Diurna.

«Estar como en casa»

Aída Hernández, responsable de la Residencia y psicóloga, cuenta a sevillasolidaria.es que intentan que estar aquí «sea como estar en tu casa». «Ellos nos van diciendo qué hábitos tenían», explica, «y dependiendo de cómo era su rutina intentamos que se mantenga». Así, los chicos participan en las decisiones que se toman a la hora de acudir a una u otra actividad.

«A Cristina le gusta la bicicleta estática e Ismael quiere perder un poco de peso con la cinta», explica Nico Martín, monitor de deportes. También en el gimnasio se tiene muy en cuenta lo que ellos quieren. Como en las demás actividades, los usuarios están divididos en grupos según su nivel de comunicación con el exterior. En el de Cristina e Ismael ya están preparando una coreografía para representar el Día de la Sordoceguera.

Con Nico salen de excursión o se meten en la piscina. Ya planean el Camino de Santiago. A su vez, Mario Carmona les saca la parte más creativa en el taller de cerámica. Junto con el monitor y demás trabajadores trabajan con colores, cerámica y plantas. De lo que elaboran han llegado a exponer piezas para vender en mercadillos o incluso alfileres para bodas. «Para la motricidad final es muy bueno el trabajo manual», añade Mario.

«Notamos cambios en su ánimo»

Tanto la motricidad o el equilibrio, según cada caso, son aspectos a mejorar con ayuda de estos talleres. También potencian en el centro actividades más funcionales, el taller de Habilidades de vida diaria les ayuda con el día a día en una cocina o para doblar su ropa limpia. «Los avances desde que los chicos llegaron se nota mucho», indica Olga Díaz, responsable de la Unidad de Estancia Diurna, «pero sobre todo lo notamos en el ánimo, más que en la salud». Y es que muchas de las personas que padecen sordoceguera, incapaces de comunicarse, entran en un estado de profunda depresión. Un centro como el de Santa Ángela les hace partícipes de una comunidad y les devuelve la ilusión.

Pero mantener todo esto no es fácil. «Aquí hemos estado muy mal. Tenemos siempre déficit, porque necesitamos más personal del que nos pagan», argumenta Dolores Romero. Tampoco ayudó los retrasos que la Junta de Andalucía, Castilla-La Mancha y Madrid tuvieron en los pagos. Si han podido mantenerse hasta ahora ha sido porque «los padres aportamos más dinero de lo que nos corresponde y porque tenemos socios colaboradores, benefactores, trabajadores voluntarios y gente que hacen eventos a nuestro favor».

Para conseguir financiación crearon el Club de Amigos del Centro Santa Ángela, un manera de ser socio colaborador por solo 6€ al mes.

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